Marruecos 2013

 

 

Día 22. La bajada hasta el punto de encuentro: Larache.


Este día lo podemos contar desde diferentes prismas, pues cada uno eligió su fórmula para cruzar el estrecho, además de llevar ya impreso su punto de partida. Así, Los de nuestro coche partimos de Granada, y pasamos por Algeciras hacia Tánger Med, hacia la mitad de la tarde. Los de Barcelona hicieron lo propio por el mismo lugar del estrecho, pero decidieron pasar por Gibraltar a saludar a la Reina; mientras los Madrileños fueron a probar qué tal se pasaba la aduana a última hora de la jornada... Eso sí; Al menos coincidimos en el lugar en que dormiríamos juntos: Larache.

Lo que no sabíamos, es que aun íbamos a esperar tres horas en el muelle de Algeciras, a que los de la naviera de Acciona, decidiesen que ya habían ganado bastante dinero llenando el buque de camiones a costa del resto de sufridos pasajeros. El estrecho lo cruzamos sin más novedad, y el puerto de Tánger Med, después del retraso (o de no haber ganado nada a pesar de ir en un barco antes, según como queramos verlo) fue bastante rápido de trámites. Luego quedaba lo de siempre, llenar el depósito y seguir gritando "Africaaa" por la costa Atlántica, hasta Larache.

Allí llegamos gracias a los wpt y al Google Earth, a la Maisson Haute, donde Hassan nos atendía de cine. Aun pudimos encargar cena en la Place de la Liveration, para llevar, como primicia marroquí, y así quedarnos cerca del enano que estaba ya dormido. Por cierto, capítulo especial merecen esos ojillos que veían todo desde el asombro del que va descubriendo mundos nuevos.

Después de la cena y por los walkis, teníamos al "frente catalán" pidiendo paso para aparcar y descargar, y finalmente, cenar, esta vez sentados en la calle. Por último, Carlos y familia, antes incluso de lo esperado, llegaba para cerrar este grupo tremendo con el que tantos momentos maravillosos íbamos a pasar a partir de esa gloriosa noche.

 

23 de Marzo. De Larache a Meknes.



Amanecía en Larache lluvioso, húmedo, fresco, amén de este invierno que no nos quiere dejar ni en primavera. Y eso teñía la vieja plaza española de grises que tan bien se llevan con el Atlántico. Así que desayunamos en la sala superior todos juntos, ya por fin, y nos echamos a las calles mojadas a disfrutar del espectáculo del mar embravecido, y de nuestro querido Marruecos. Y así anduvimos un rato por el centro que otra vez se nos resistió, buscando donde cambiar dinero.

Después nos hicimos al paciente camino, y avanzamos hasta Meknes por carretera, que esta ocasión se dio algo peor que la anterior; más tráfico, y más lento. Pero al fin llegábamos a una hora prudente para descargar, comer, y poder callejear por la vieja medina, que empezaba justo en nuestro riad, el Hiba. Qué decir de las habitaciones, el ambiente, el patio, la atención... nos hemos sentido reyes en más de una ocasión a lo largo de este viaje.

Pero por encima de todo recordaremos las callejuelas, los olores, las tiendas, el ritmo que imprimen los transeúntes, burros, carros y el almuédano, para que no se nos olvide que ya estamos allí, inmersos en el Marruecos que tantos meses al año echamos de menos.

Por la noche acudimos recomendados a cenar en el restaurante de una francesa, pulcro donde los haya, pero que se había contaminado del prisamata como si allí hubiese nacido; tarde pero bien, cenamos lo que nos quiso poner, en un ambiente refinado sentados en pubfs y charlando lejos de las interferencias que solemos encontrar en los emplazamientos de nuestra tierra.

Y así nos dimos cuenta de que había pasado una etapa de las tranquilas, en un abrir y cerrar de ojos, y que los nuestros ya pedían tregua para volver a llenarse al día siguiente de recuerdos. Hasta mañana.

 

 

24 de Marzo. Meknes - Erg Chebbi.



A pesar de que ya decía con miedo lo de la hora de ponerse en pie (¿por qué me lo preguntabais a mi?) casi todo el mundo estaba en pie bastante antes que yo. Ha sido un grupo de lo más dinámico, el de este año... la ilusión de partir estaba patente en más de una familia... y la etapa de Meknes a Erg Chebbi era larga. Aun más larga con los cambios que íbamos a sufrir... En principio salíamos de la ciudad imperial a la primera, ya nos conocíamos el camino: bajar al río, cruzarlo, hacer derecha, y palante... el día estaba cambiante, por la noche había llovido, y sabíamos que íbamos a sur alto para pasar el Atlas.

Lo que no esperábamos es que a la altura de Azrou nos íbamos a encontrar el puerto cortado, por las famosas barriers de neige que tantas veces pasamos y dejamos atrás. Ahora ya sabíamos que funcionaban. Por las emisoras, un grupo al que luego encontramos de Territori 4x4 narraban que unos compañeros suyos estaban parados buscando alternativa. Y no fue otra que hacer un arco al Este por Ifrane. Tiempo perdido, pues de haberlo sabido, desde Meknes habríamos andado menos sin tener que ir en busca del punto que sí estaba abierto. Pero las fotos de pasar por allí nevado, acabaron con cualquier atisbo de contratiempo.

También aprendimos, aparte de la alternativa para tiempos de duda, que el punto en que nos estuvimos haciendo las fotos pisando blanco tenía un desvío que subía a la estación de esquí de montaña de Ifrane, por si otra vez queremos desde allí jugar con nieves más profundas. La cuestión es que tras las fotos nos encontrábamos bajando entre cedros blanqueados con unas vistas que hasta la fecha no habíamos tenido.

Después... el valle del Ziz, las primeras comidas en ruta, los palmerales, los pueblos rojos... de 2 a 28 grados el mismo día. Paisajes y experiencias que ya se nos hacían habituales pero no por ello dejábamos de disfrutar. Luego la parada obligada en el Geiser, para hacernos fotos y ver la cara de sorpresa de los nuevos. Tras la parada acudimos a nuestra cita con el padre de Hassan de Erg Chebbi, Said.

Cordial como el que más de esta tierra, nos acompañó al Paso de la Momia, y nos dejó marcado para otro año un punto en el que ver una puesta de sol espectacular del palmeral de Rissani. Con él llegamos a nuestro querido albergue de Erg Chebbi, donde pudimos por fin relajarnos y disfrutar de la hospitalidad del sur.

 

 

 

25 de Marzo: Erg Chebbi - Ouzina:



Otro año más volvíamos a despertar en Erg Chebbi. Las mismas mesas de playa seguían sobre la arena, en la primera duna, a la puerta del albergue. Las mismas caras desperezándose, comenzando a barrer la entrada; el olor del desayuno, la luz de aquel lugar. El silencio, apenas roto por el tintineo de algún cristal o el latir de una tetera.

En el desayuno repartimos la jornada para que los coches de Lorenzo, Carlos y Luis Miguel siguiesen el plan de hacer la vuelta al erg y la pista del Dakar, con la mitad de mi tropa, mientras mi copi y yo íbamos con Said a un taller conocido de Rissani a chapucear un problema de amortiguación.

El punto de encuentro era la gasolinera de Merzouga. Allí llegamos Adolfo y yo antes que el grueso del grupo, y estuvimos emitiendo con la secretaria, mientras al parecer nos escuchaban sin que hubiese reciprocidad. Ya sabemos que el invento, ahora que está todo optimizado, atraviesa el erg a lo ancho. Una vez que nos reunimos todos, partimos en busca del pueblo que Said nos había recomendado, antes de despedirse (habrá que premiar su gentileza este viaje). Al parecer era una aldea fuera de los trayectos habituales, y por lo tanto mucho menos favorecida que Ouzina, como pudimos comprobar.

Allí dejamos material en una escuela bastante pobre, a la hora de la entrada de los alumnos dentro de la jornada de tarde, y acto seguido nos acercamos a una acacia vecina a comer de picknick.

El siguiente tramo era la llegada a Ouzina, pasando por el lago Oeste, que sí tenía agua, y durante la siesta de los peques. Llegamos tras perdernos un poco entre pistas al atardecer, para hablar con Rachid, el maestro, de los planes de dejar los cuadernos por dibujos al día siguiente. Fue curioso comprobar cómo, al abrir la escuela un rato para hablar en el aula, los críos iban entrando como ovejitas en el redil a pesar de que su jornada había terminado de sobra a esa hora. La escuela era su referente en Ouzina.

Tras unas fotos del atardecer en la aldea, seguimos los 5 kilómetros que nos separaban del albergue de Jordi para descansar en él. Su dueño llegaría un rato más tarde, pues había partido una barra de torsión del 100 teniendo que dejarlo en Merzouga. Las suspensiones en Marruecos es lo que tienen... Ya En el salón del albergue nos esperaba Moha y un riquísimo cous cous para terminar una jornada repleta, en la que finalmente descansaríamos mejor pues nos habían habilitado una habitación más de las que teníamos reservadas. Había que reponer fuerzas para jugar en la arena de Ouzina...

 

26 de Marzo. Ouzina.



Por varios motivos habíamos dejado un día más o menos en el centro del trayecto sin etapa, para dormir en el mismo sitio en el que nos levantábamos. Era el día de integrarnos en Ouzina, de pasar horas en la arena, la escuela, los alrededores del albergue y la aldea. Y comenzamos por lo segundo: rodar aprovechando que el medio estaba más compacto, ya que al haber llovido muy poco se notaba más lenta que otros años. Y allí estuvimos hasta la hora de acabar las clases, para coordinar con Rachid la entrega de libretas antes de que los niños volviesen a sus casas.

Al llegar, observamos que había más coches en la aldea. Habíamos hablado de comer allí con el grupo de Gallegos que había con Jordi, pero pronto nos dimos cuenta de que eran los del Desierto de los Niños. Está claro que para coincidir, lo mejor es no buscarlo... de modo que en el cole se formó un pequeño barullo de turistas, y hubimos de esperar un poco para estar más tranquilos antes de hacer lo nuestro; entonces, expliqué a los chavales que traía libretas con dibujos a modo de mensaje visual de mis alumnos, para que ellos hiciesen lo propio describiendo su entorno a los de España. Y así echamos un ratejo, del que me traigo unos dibujos fenomenales.

Después tocaba descansar bajo la haima que nos habían montado con te, dulces de almendra y cacahuetes, antes de comer. Y vaya si comimos, una empanada bereber con pollo, calabacín, cebolla y demás vegetales que nos supo a gloria y con la que no pudimos acabar. Una experiencia de 10. Allí pudimos coincidir entre otros a lo largo del día con Luis Granda, Ignacio Salvador, Federico Granda y su mujer, y por supuesto la gente de Ouzina. Entre unos y otros charlamos de los proyectos que se habían ido haciendo en la aldea, y sobre todo por la evolución que había sufrido desde que hace cinco años fuese a quedar abandonada hasta ahora, momento en el que tenían la escuela consagrada, la asociación de artesanía, placas solares, pozo y un dispensario médico en proyecto. Me alegro por ellos.

Saciados con la experiencia, volvimos a disfrutar unas horas más del desierto, y pudimos entre unos y otros desde dar un paseo en camello hasta hacer senderismo entre dunas, fotos, etc. Nuestros chiquillos tuvieron un papel protagonista en el día, desde el cole, hasta los juegos con los niños locales, la suelta de globos... una experiencia que no olvidarán, seguro.

Aun después de ducharnos, descansar y cenar, a algunos nos quedaron ganas de dar un paseo nocturno en mi path bordeando el desierto y llegando hasta su extremo Oeste, para respirar bajo la luz de la luna llena, el silencio que envolvía todo, roto solo por la brisa que soplaba entre piedras y arena. Espectacular. Así podríamos haber estado horas, pero el día siguiente sería el de la etapa reina...

 

 

27 de Marzo. Ouzina - Tazzarine.

Esa mañana propuse no enredar demasiado, entrando otra vez en arenas y demás, porque era una etapa difícil de pronosticar. Entre otras cosas por el conocido paso del Remlia. De modo que iniciaos la marcha tras el desayuno rodeando el erg por el sur,  y regalándonos la vista con unos colores que ni en otras partes de Marruecos se repiten. A los pocos minutos Lorenzo cantaba por la emisora que se habían dejado el neceser y les tocaba volver, hecho que aprovechamos para corregir las cuentas que habíamos errado al salir. Volvieron Luis Miguel y el mientras Carlos y yo les esperábamos haciendo fotos. Al rato estábamos de nuevo reunidos, con neceser, haciendo tomas de estas de grupo en un lago seco.

Se iban alternando aquellos con lenguas de arena, pista rota y alguna zona de zanjas. Variedad que deleitaba a todo el que disfruta al volante. Y antes de que nos diésemos cuenta estábamos en Remlia delante del fes-fes, rodeados de críos ofreciéndose a llevarnos, como era habitual allí. Haciéndonoslas de veteranos, yo el primero, entramos donde el track de otros años, tras "aleccionar" a los nuevos de no parar de acelerar pasase lo que pasase y bla, bla bla... y alli que me tire como quijote contra un molino, a tope... desde el primer momento sentí que aquello no estaba igual, y no era por el hecho de llevar a la jefa detrás gritando como una posesa, que también, sino porque las zanjas estaban enoooormes. A los 100 metros estaba ya con las ruedas colgando. Y en esa corta distancia me había dado ya tiempo de probar dentro y fuera -sin éxito alguno porque acabas cayendo- de los surcos. Había que buscar alternativa, porque el resto de coches eran más bajos y no podrían pasar por allí dentro.

Una vez más el GR y su dueño demostraron su buen hacer con tres eslingas enganchadas para alejarlos del cepo, y, más humildes, decidimos hacer caso a uno de los críos. Mano de santo. Solo había que bordear el sembrado que había junto a las roderas de otros años para coger un camino de tierra dura que llevaba hasta más adelante del fes fes, evitando esas roderas monstruosas. Pero, que había pasado por allí? Pues los camiones del rallye de las 1000 kasbah, acabamos sabiendo. Después de aquello y con la experiencia previa, pasamos el fes fes sin atranques y con diversión a tope. En el extremo final, junto al rio, un par de coches españoles con avería nos preguntaban la distancia a Merzouga, y tras charlar un ratejo, seguimos adelante.

Cruzamos la llanura del accidentado del pasado año un poco más al norte del track, siguiendo un camión, y pasamos el pueblo en que lo atendieron. Pistas cada vez más rápidas, por las que agradecimos sobre todo que habían arreglado zonas pedregosas, hasta llegar a las obras de la carretera de Zagora, a las que subimos para buscar "desde lo alto" un sitio en el que comer.

Fue en la salida en la que se supone que empezaba el asfalto, de hecho, en la que en tres cartografías diferentes indicaban una nacional. Allí, a la sombra de una palmera volvimos a hacer picknick con unos curiosos del lugar, y luego buscamos el susodicho asfalto... que brilló por su ausencia durante 15 kms, pedregosos y llenos de zanjas con una finalidad desconocida. Luego ya si, le gourmand, que nos empezaría a hacer Norte marcando el final por nuestras tierras del sur de este año. Con este medio, no tardamos nada en acercarnos al wpt de los grabados prehistóricos. Y cuando dimos con el camino, lo seguimos como investigadores hasta una aldea en la que preguntando llegamos, por fin, a una colina llena de piedras que eran testimonio de lo que había allí hace 5000 años. Impresionante.

Luego tuve la feliz idea de replantear el wpt que me habían dado en el camping y que no me tenía muy convencido, y vi en la cartografía de Garmin que llevaba a un POI con el nombre del camping, de modo que ahora sí, seguros de dónde ir, buscamos el  cartel del desvío y nos introducimos en el paraje del Sedrar, un pequeño adelanto de lo que debe encontrarse en la sabana africana. Al extremo de la pista, el camping, verdaderamente correcto y cuidado, casi para nosotros solos. Allí cenamos de verdadero lujo, tras ducharnos y reposar, un pollo al limón que fue de lo mejor de la ruta. Y un couscous, que este año se han repetido varias veces.

Bajo las haimas y un cielo estrellado, solo quedaba descansar, de la última etapa en que haríamos más tierra que asfalto. Al día siguiente nos habíamos propuesto subir de una estacada hasta Ifrane, y esos eran muchos kms...

 

 

 

 

28 de Marzo. Tazzarine - Ifrane


Nunca se me va a olvidar la imagen de Luis Miguel y Lorenzo, cada mañana, preparados para salir los primeros de la caravana. Al "frente catalán" le iba la marcha, y parece que cada día pedían más.  http://www.hyundai4x4.com/foros/images/smiles/Joker_PDT_17.gif  http://www.hyundai4x4.com/foros/images/smiles/Joker_PDT_17.gif

Esa mañana habíamos decidido añadir al ya de por sí largo día de ruta, pues subir a Ifrane suponía plantarse en el Norte desde el Sur, el paso por una cantera de fósiles que había cerca del camping. Y allí fueron nuestras roderas por el predesierto del libre albedrío, buscando la mejor manera de llegar entre marcas en todas las direcciones sin ningún camino establecido aparentemente. Pero como se trataba de "ir a brújula", no hubo problemas. Tampoco el lugar planteaba duna alguna. Abrías la puerta del coche,  y veías 5 fósiles. Los pisabas. Estaban por todas partes. Ya sabemos de dónde salen las encimeras de piedra que vemos por todo Marruecos.  Estuvimos dando una vuelta y cogimos alguno ejemplares, casi seguros de que los lugareños conocían incluso yacimientos mejores que aquel collado, pero para nosotros fue suficiente.

Luego emprendimos la marcha en busca del asfalto que nos llevaría hacia el Norte, pisando una serie de zonas con distintos suelos, desde roca hasta arena pasando por tierra, que nos demostraron que la zona de Sedrar tenía muuuchas posibilidades. Volveremos.

De la ruta hacia arriba poco que decir. Valles, collados, otro valle nuevo, y después otro collado. Mucho adelantar por la emisora, para deleite del pasaje, y así hasta la zona de los cedros, con nuestro picknick de rigor. Una vez allí, un grupo paró a saludar a los monos, y los de mi coche seguimos hasta Ifrane, ciudad por la que habíamos pasado de largo tantas veces que nos apetecía conocer a pie.

Básicamente es una plaza llena de grandes chalets y mansiones ajardinadas, hoteles y residenciales para el pijerío de diversos lugares, en la que queda hueco para un pequeño casco urbano con una calle de tiendas y otra de restaurantes, edificios oficiales y algún parque. Todo muy verde, pero ajeno al resto del país, con tejados a dos aguas y construcciones del tipo de las que vemos en el norte de Europa. Lo más llamativo esta vez es que había agua por todas partes, aunque hizo muy buena tarde como despedida del buen tiempo sureño.

El hotel, curioso. Difícil de encontrar, y dividido en apartamentos, a 1 km casi de la recepción. Te dan la llave, tras cobrarte, y coges el coche para buscar el tuyo, tras un local. Por un módico precio, tienes un apartamento con dos habitaciones dobles, y un salón muy aprovechable, con cocina, sofás, etc. Dos baños, y poco más, en un bloque de viviendas con otros 12 similares. Y así varias manzanas, de pintura castigada por el clima.

Tras dejar las cosas fuimos en busca del centro, encontrando el grupo de los monos de camino, y allí buscamos dónde cenar, en un restaurante también un poco fisno... en el que alguno cayó tras haber aguantado el resto del viaje sin problemas. No solo en los sitios cutres está el peligro... eso sí, cenamos bastante bien, cosas tan exóticas como pizzas y brochetas.

Luego de vuelta al hotel... digo al apartamento, a descansar.

 

29 de Marzo. Ifrane - Fes

Tras dormir en aquel atípico pueblo íbamos a sufrir otro contraste, el de sumergirnos de nuevo en una ciudad imperial, con una gran medina, como era Fes. La teníamos tan cerca que no recuerdo casi nada del trayecto. En un abrir y cerrar de ojos estábamos en el Riad L´Artiste, uno de los más bellos y también muy bien situado. La atención del dueño fue exquisita, estuvo pendiente de nosotros en todo momento, además de su disposición a lo que le pidiésemos, como la cena en la terraza, de la que espero tengáis fotos, porque mereció la pena.

Y qué decir de la medina: ese primer día estuvimos perdiéndonos (nunca mejor dicho) por ella, fotografiando todo, comiendo, disfrutando y recorriendo cada rincón para empaparnos de su lenguaje arbitrario y caprichoso. Es una ciudad que se explica con imágenes, así que sin más os dejo con las que pondremos entre hoy y mañana, que seguro os sacian y os invitan a bajar.

 

30 de Marzo. De fes a Chefchaouen.

Antes de partir de Fes, nos quedaba una cuenta pendiente: pasarnos por el zoco de los curtidores. El día anterior, viernes, estuvieron cerradas las tiendas que daban acceso a las vistas, de modo que lo pospusimos a la mañana del sábado, sacrificando un ratito de Chefchaouen. Y esta vez fuimos a la primera. Ya nos habíamos hecho a los puntos clave de la median, plazas y puertas, y teníamos localizada la zona de los curtidores desde el día anterior, aunque no faltaron las explicaciones del cortés casero. De modo que dejamos el equipaje concentrado para que pudiesen ir haciendo las habitaciones, y salimos a ver, oír y tocar la medina.

En los cueros permanecimos un buen rato, porque el pasaje se había aprendido al pie de la letra aquello de hacer las compras en los dos últimos pueblos. Y parece que regatearon buenos precios y salieron de allí contentos. Y luego tocaba la primera despedida, pues Carlos decidía que su coche saldría un día antes hace España, para organizar la vuelta al cole. Así que hacia Chefchaouen salimos dos Nissanes y un Hyundai, manteniendo hasta el último momento el pabellón para el foro.

Hasta Chefchaouen nos dejamos mal-llevar por el Sygic, y tras una parada para agotar las provisiones, llegamos, viendo cómo en el Norte la cosa estaba como la habíamos dejado: Lluviosa. Aun así descargamos en el vetusto hotel Madrid, y nos echamos a las calles del bonito pueblo azul, ya cansados por el viaje pero con ganas de agotar dirhams y experiencias. Cacahuetes, aceite de Argan, timbales, y seguro que alguna cosa más de la lista de Lorenzo, que veía cómo hacia el norte todo se abarataba; todo callejeando por la vieja medina hasta la plaza del castillo, entre el bullicio local y nuestras bromas por los walkis cada vez que nos separábamos.

Luego cenamos en un sitio muy guapo, con unas vistas privilegiadas, y dimos cuenta de nuestra última reunión en grupo, que tomaríamos como despedida informal porque según naviera y destino, saldríamos a horas dispares. Parece que fue ayer. Y no me canso de bajar, y de echarlo de menos. Van siete. Espero que este año, todos hayáis disfrutado tanto como yo. Más aun, espero, que siga aumentando el ya nutrido grupo de los que compartimos esta experiencia y sabemos disfrutarla en equipo. ¡Hasta el año que viene, compañeros!

 


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